viernes, diciembre 15, 2006

Los técnicos garantizan que el resto de las gárgolas de León no corren peligro

En poco más de cinco días dos gárgolas de 50 kilos y 700 años de antigüedad de la catedral de León se han desprendido de su ubicación natural, a unos cinco metros de altura, y han caído contra el suelo, haciéndose una de ellas añicos y la otra pedazos con posibilidad de restauración.

Los expertos llevaron a cabo una inspección exhaustiva de las gárgolas y la cubierta de la catedral, aunque adelantaron, tras la supervisión de emergencia, que ninguna más corría riesgo de desplomarse. Una actuación cuyo principal objetivo se centra ahora en buscar la causa del desplome de las piezas escultóricas, así como la posible existencia de filtraciones, lo que explicarían la caída de las dos gárgolas en un intervalo tan corto de tiempo. La investigación pretende determinar qué provoca la caída de las gárgolas y, para ello, el arquitecto conservador del templo, Mariano Díez Sáenz de Miera, dirigió ayer los trabajos de repaso de pináculos y gárgolas con el fin de diagnosticar con mayor certeza su estado de conservación.

Entre las posibles soluciones está la de reponer las dos gárgolas en los contrafuertes de los que se desprendieron o elaborar sendas reproducciones. Sea cual fuere el desenlace, será preciso colocar algún elemento que permita la evacuación del agua sobre el arbotante.

La verja que rodea la catedral es, de momento, el elemento que mantiene alejadas a las personas que transitan a diario por uno de los lugares más céntricos y tradicionales de León. Además, el desmoronamiento de estos bloques de la seo coincide en plenas obras de restauración de las cristaleras del templo.

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